lunes, 14 de enero de 2019

¿Los hombres feministas follan mejor?



Ciertamente, hacía días que Pablo Iglesias no hacía de las suyas. Provocar a la prensa amarilla parece ser una de sus especialidades, y era de esperar que, tan pronto como citó dicha frase en una entrevista con con el psicoanalista y escritor Jorge Alemán, toda la parroquia trumpista ibérica se apresuró a denunciar lo escandaloso de ese comentario y a fabricar fake news como si no hubiera un mañana. Creo que es más que evidente que Pablo citó dicha frase siendo totalmente consciente que iba a provocar revuelo, y que iba a dar de qué hablar. Una maniobra comprensible, el querer llamar la atención en las horas más bajas de Podemos y del conjunto de UP en general, que han perdido gran parte del foco mediático del que han gozado en los últimos años. Pero haciendo un ejercicio de dejar de mirar al dedo y fijarse bien en la luna, aborda un tema muy interesante, del que debería hablarse más: el feminismo no es solo cosa de mujeres, sino también de hombres. El patriarcado como tal afecta tanto a mujeres como a hombres, pero pese a ser éstos últimos los "privilegiados" en este tipo de sociedad, lo cierto es que son unos privilegios que en realidad implican una espiral de dependencia que es, irónicamente, poco masculina.

Porque un hombre machista, en realidad, es un hombre dependiente, que necesita una mujer para vivir, pero no considerándola una persona igual a él, sino un "objeto" de su propiedad. Un hombre feminista, en cambio, es un hombre libre, un ser verdaderamente independiente, completo, que elije compartir su vida con otra persona independiente. Un hombre machista es un ser dependiente, un ser incompleto que necesita de una mujer para completarse, y aquí surge la concepción tradicionalista que contempla a la familia como unidad social, y no al individuo en sí. Es una visión esgrimida por asociaciones y partidos de derecha y ultraderecha, como hazte oír o VOX, que se oponen a lo que ellos llaman la "ideología de género" para defender la familia tradicional como unidad básica de la sociedad.

Es evidente que no es nada nuevo, usar la concepción de "familia" como forma de oponerse a los avances de derechos. De hecho, durante el siglo XIX y gran parte del siglo XX, quienes se oponían al sufragio femenino uno de los principales argumentos que usaban era precisamente que el hecho de que las mujeres votaran dividiría a las familias. Así, en esa concepción social tradicional en que la familia es la unidad básica, el hombre es el cabeza de familia, y, por tanto, el portavoz de ésta, y dar el voto a la mujer significaría que la opinión de la familia no sería solo una, y ésta quedaría fragmentada. No sé si será casual que quienes tienen pánico a que la familia tradicional se rompa también suelen tener miedo a que España se rompa... ¿Será que en el fondo todo es el mismo tipo de miedo a perder lo que se cree que siempre ha estado ahí y siempre debería estar, a algo visto como eterno y sagrado, sin ser ni haber sido nunca ni lo uno ni lo otro?

Pero las sociedades cambian, y aunque es evidente que la familia como unidad sigue existiendo y siendo básica en la sociedad, hoy día existen diversos tipos de familias. Bueno, siempre han existido familias de muchos tipos, pero en los últimos años han surgido nuevos modelos que desafían el modelo tradicional, y éste poco a poco va dejando de ser el referente principal. Los defensores de la familia tradicional patriarcal la ven como un equilibrio perfecto, en que las tareas están divididas según los roles de género, y curiosamente, hace un par de años, García Albiol (del PP de Cataluña) dijo sin tapujos que en su casa su mujer lava la ropa y él arregla la tele. En esa casa deben tener un televisor que se avería prácticamente a diario, si García Albiol cree que está al mismo nivel de trabajo arreglar esporádicamente la tele que hacer la colada. Bueno, o eso, o son una familia que lava la ropa con muy poca frecuencia... Pero es evidente que el reparto de trabajo en los roles de la familia tradicional sobrecarga de responsabilidad a la figura de la mujer y, en cambio, sitúa prácticamente todo el poder de decisión en la figura del hombre. Los famosos "privilegios" patriarcales de los que siempre se habla, y que irritan tanto a quienes no están muy bien formados en feminismo.

Porque la irrupción de VOX y su sobreexposición en los medios ha hecho que la cuestión de la violencia de género y de derechos de la mujer haya vuelto a ser un tema central. Y no es casual. Ya lo advertía Simone de Beauvoir, que bastaría una crisis económica o política para que los derechos de la mujer volviesen a quedar en entredicho. No hace ni un siglo que empezó a abordarse la cuestión de los derechos de la mujer, y éstos siguen sin existir en gran parte del planeta. Convertir un "mundo de hombres" en un "mundo de personas" antes parecía una utopía, y quizás aún lo sea, pero la igualdad de derechos entre sexos es uno de los cambios sociales que más difíciles son de mantener, y para lograrlo, es indispensable que el feminismo deje de ser visto como una cosa de mujeres, y que pase a ser cosa también de hombres.

Pero lo que suele pasar en muchos hombres, me atrevería a decir que en la mayoría, es que existe miedo y rechazo al feminismo precisamente por miedo a perder su masculinidad. Es digno de análisis, este miedo a dejar de ser hombre, que suele llevar a posiciones machistas y homófobas como mecanismo de defensa, y da para infinidad de artículos. Pero una forma de superar esa concepción errónea, que ser feminista sea esencialmente contrario al hecho de ser un hombre (un hombre masculino al menos), es precisamente el crear una masculinidad feminista, que es de lo que hablaba el señor Iglesias en la susodicha entrevista, y pretendía ilustrarlo en la frase que da título a este artículo.

¿Y por qué un hombre feminista "folla mejor"? 

En la visión machista patriarcal, la sexualidad tiene una misión esencialmente reproductiva, y todo lo relacionado con el placer mutuo queda en segundo plano, o directamente excluido (los católicos, por ejemplo, ven como pecaminoso el placer sexual, y recomiendan evitarlo). La visión reproductiva lleva a una sexualidad "falocrática", en la que el hecho de que la mujer disfrute pasa a ser secundario, e incluso a que el hecho de que alcance el clímax sea irrelevante. No en vano, años atrás el hecho de ser eyaculador precoz era visto como un símbolo de virilidad, el "acabar rápido" era aplaudido y era signo de ser muy macho. La sexualidad machista, pues, es limitada y orientada a un disfrute incompleto, sobretodo para la mujer (por no decir ausente). En cambio, un hombre no machista deseará que su pareja también disfrute y llegue al clímax, y eso abre las puertas a una sexualidad más variada y completa, no tan falocéntrica y más abierta a prácticas diversas. De ahí a que un hombre feminista "folle mejor".

Combatir el machismo pasa por un cambio de mentalidad tanto de hombres como de mujeres, y hay muchos aspectos que es necesario abordar. Pero éste es especialmente interesante: hacer de la masculinidad feminista una virtud. Ya en los últimos años se está construyendo una masculinidad así, y cada vez son más hombres los que disfrutan de una masculinidad no machista, una masculinidad, en realidad, mucho mejor. Porque para ser un hombre no hay que ser un troglodita, o un "machirulo" como está de moda llamarles (término, por cierto, que me parece muy divertido). Ser un hombre feminista pasa por la deconstrucción del comportamiento machista, como bien abordaba un magnífico artículo de El País del año pasado sobre el tema

Por eso, hombres del mundo, no seáis trogloditas, sed feministas, y follad mejor.

ECG.

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