viernes, 18 de enero de 2019

Errejones, Carmenas y votantes cabreados

¿Errejón y Carmena?
Ya está. Es el fin de Podemos. Se ha acabado el ciclo del 15-M, lo que queda de Podemos se fusionará con IU y obtendrá resultados similares, Errejón y Llamazares se integrarán en el PSOE, todo el mundo votará a VOX, caerá fuego del cielo, los océanos se abrirán, surgirán de ellos los titanes, bajarán los dioses desde el Valhalla a combatirlos y... Bueno, no, creo que todo eso ya no.

Exceptuando las chorradas finales, todas las demás afirmaciones las he leído en las redes a lo largo de los días de ayer y de hoy. Todo eso acompañado de chistes sobre piolets (forzando paralelismos de la dupla Iglesias-Errejón con Stalin-Trotsky) y de la nueva "predicción de los Simpson" por medio de la imagen de Milhouse con su abuela italiana (la cual acompaña al artículo). Resulta que todo se resume en que Errejón y Pablo estaban en guerra interna y, como Íñigo la había perdido, ha decidido cambiar de bando, y el mismo Echenique ha opinado que debería dimitir del partido, pero a la vez ha soltado el chascarrillo de que entonces "de qué iba a vivir hasta mayo". Desde el pablismo se afirma que está "fuera de Podemos", y parece que los "supporters" del trifachito andaluz ya se frotan las manos pensando en exportar su frente patriótico anti-progresismo a las elecciones generales.

Como siempre, opiniones hay para dar y vender, pero la mayoritaria parece lamentarse o burlarse de la "puñalada a traición" de Errejón, y ahora todos los hipotéticos futuros fracasos de la izquierda serán solo culpa suya (antes todo era culpa de Cataluña). Pero una vez que las carcajadas y el cabreo se han evaporado, reflexionemos. ¿Qué comporta esta situación? No olvidemos que Carmena estaba impulsando Más Madrid a partir de sus marcadas diferencias con la dirección de Podemos. Ya parecía que se acababa el mundo cuando Rita Maestre y otros cinco concelajes más "carmenistas" fueron expulsados de Podemos. Así mismo, a Carmena se la identifica tradicionalmente con posiciones más moderadas, socialdemocracia reformista, posición con la que curiosamente también se suele identificar a Errejón. Pero dejando de lado todos estos detalles, hay una curiosa tendencia en toda la compleja constelación que forma Unidos Podemos: en general, las candidaturas "autóctonas" han sido mucho más exitosas que el partido matriz.

No estoy diciendo que Podemos fuera un fracaso, pese a que la mayoría de marisabidill@s así lo afirman (generalmente junto con un cuñadesco "yo ya lo decía desde el principio"). Llegar como partido nuevo y convertirse en muy poco tiempo en una de las principales fuerzas políticas, rompiendo el bipartidismo de la noche a la mañana, es un rotundo éxito, pero se le pusieron espectativas excesivas (y, curiosamente, VOX con resultados peores se los considera un gran éxito). Claro, que dichas espectativas de victoria ya eran utilizadas como propaganda y pompa por el propio partido, el famoso "asaltar los cielos" que repetía el mismo Iglesias, con intención de que fueran percibidos claramente como candidatura ganadora y que dicha percepción fuera determinante para cazar votos indecisos. Pero en pocos sitios han logrado "ganar", pese a mucho trabajo y esfuerzos (e innumerables escisiones). Sin embargo, las candidaturas de los "ayuntamientos del cambio" en muchos casos lograron conquistar el poder a la primera. Ahí están Madrid, Barcelona, Zaragoza, A Corunha, Cádiz... Y además, tenemos el caso de En Comú Podem en Catalunya, que fue primera fuerza en las dos vueltas de las elecciones generales, siendo Barcelona y Tarragona las únicas provincias que aparecían pintadas de morado en el mapa electoral. En general, todas estas candidaturas "de proximidad" no salieron como una seta en el bosque, sino que fueron el resultado de todo un conjunto de luchas municipalistas que venían de muchos años atrás. Ahí está el secreto de su triunfo. Sin embargo, el gran pacto "desde arriba" de Podemos + IU no resultó tan exitoso como se esperaba, pese a que en el resultado electoral corrieron muchas sospechas de tongo. Y todo el mundo se pregunta por qué, y cada cual da su teoría, acorde a su opinión (como no, porque como digo siempre, éstas son como las posaderas, no hay quien no tenga). Los "yo creo que..." de toda la vida. Pero para valorar por qué antes todo el mundo iba a votar a Podemos y ahora todo el mundo augura su final, podríamos establecer paralelismos con la nueva candidatura de moda, VOX.

¿Qué tienen en común VOX y Podemos? Ambos aparecieron de forma inesperada, en elecciones que no eran generales (en las europeas los morados y en las andaluzas los neofachitos), y ambos ocuparon la práctica totalidad de los medios de comunicación durante los meses posteriores. Y a ambos les cayeron críticas por doquier, con intención de desprestigiarlos, aunque en el caso de VOX precisamente éstos viven del desprestigio... y puede que Podemos también se beneficiara de éste. Porque, ¿quiénes votan ahora a VOX? Como dijo el mismo Errejón, no hay 400.000 fascistas en andalucía de la noche a la mañana, y los estudios de estadística que muestran que el simpatizante de VOX es mayoritariamente hombre, mayor de 45 años y de ingresos medios, tampoco nos dan una radiografía exacta, porque gente con ese perfil la hay de muy variada ideología. Hablando con gente de Andalucía que ha votado a VOX, en muchos casos se percibe que ha obedecido a un voto de castigo, un "que se jodan", un alivio después de quedarse agusto, como quien suelta un taco bien gordo. En resumen, un votante cabreado, que desde el inicio de la crisis de 2008 perdió un nivel de vida que ya no volvió, que estaba harto de corrupción y enchufismo durante más de 30 años en la Junta de Andalucía, que no ha entendido (o no ha querido entender) nada de lo ocurrido en Catalunya y ha percibido al gobierno estatal como "demasiado blando", y que cree que la inmigración está fuera de control y puede convertirse en un problema muy grave. Cierto, ese votante cabreado comete importantes errores de juicio, ya que está muy desinformado, pero eso es inevitable. El caso es que VOX es el reclamo de los "votantes cabreados", que votan con ganas, con visceralidad, y contándoselo a todo el mundo. Pero allá por el 2015, quien capitalizaba el voto más indignado (y nunca mejor dicho) era Podemos.

Porque Iglesias ha dejado de ser el profesor universitario de Vallecas siempre enfadado que iba a llevar a las masas cabreadas a echar a la casta de las instituciones, y ahora es el líder ególatra y caudillista que vive en un casoplón de la Sierra. Cometió un gravísimo error moderando su lenguaje, alabando a Zapatero y declarando su candidatura como socialdemócrata (que, la verdad sea dicha, lo es). Pretendía ganar votos por medio de un discurso más suave que no asustara, y resulta que los perdió. Los que se ilusionaron con Podemos querían asaltar los cielos, estaban indignados y estaban reconduciendo su furia de forma positiva hacia la ilusión de un cambio. Y se les desilusionó priorizando el tacticismo. Ya de entrada desilusionaron con la decisión de no acudir a las municipales de 2015 con su propia marca. Sí, teóricamente era una medida de prudencia, de no correr demasiado e intentar hacer las cosas bien sin precipitarse, pero la gente indignada se moría de ganas de asaltar los ayuntamientos, quería lograrlo, lo necesitaba, y por eso confió en las candidaturas municipalistas, que en muchos casos acabaron recibiendo el apoyo del propio Podemos.

Es posible que el señor Errejón en realidad sea mucho más listo de lo que algunos se creen, y se haya dado cuenta de que Podemos como marca ya está amortizado y no genera la suficiente ilusión, y habiendo perdido al "votante cabreado", dar un giro hacia una candidatura "autóctona" de Madrid podría ser una apuesta por el caballo ganador en vez de intentar impulsar al que ya a todas luces se ve perdedor. Con su maniobra es muy probable que finalmente sea Podemos quien tenga que situarse en una posición subalterna respecto a Más Madrid, como ya tuvo que hacer en Catalunya respecto a En Comú. Porque cuando ha sido el Podemos "central" quien se impuso sobre candidaturas autóctonas, el resultado no fue bueno, pero cuando fue al contrario hubo resultados más que aceptables.

¿Podría todo esto significar una "deconstrucción" de Podemos como partido monocolor con sucursales, al estilo tradicional, y su definitiva reconversión en una gran alianza de candidaturas, como parece ser la tendencia con la coalición Unidos Podemos? Es posible. Y ésta nueva combinación, abierta a nuevas incorporaciones y cooperaciones de partidos y organizaciones, podría frenar la sangría de la izquierda al sur de los pirineos. Porque tanto en Francia como en Italia hemos visto cómo la socialdemocracia ha muerto, y resulta muy difícil ocupar su lugar. Pero ya se sabe, la izquierda es variopinta y las pugnas entre facciones son su más pura esencia, pero paralelamente a todo el circo mediático de los partidos grandes, durante toda la década del 2010 se ha luchado a nivel municipal por el cambio. Ya han habido ciertas conquistas y es posible que aún haya muchas por llegar. Como decimos los corunheses, "xa veremos"...

ECG.


lunes, 14 de enero de 2019

¿Los hombres feministas follan mejor?



Ciertamente, hacía días que Pablo Iglesias no hacía de las suyas. Provocar a la prensa amarilla parece ser una de sus especialidades, y era de esperar que, tan pronto como citó dicha frase en una entrevista con con el psicoanalista y escritor Jorge Alemán, toda la parroquia trumpista ibérica se apresuró a denunciar lo escandaloso de ese comentario y a fabricar fake news como si no hubiera un mañana. Creo que es más que evidente que Pablo citó dicha frase siendo totalmente consciente que iba a provocar revuelo, y que iba a dar de qué hablar. Una maniobra comprensible, el querer llamar la atención en las horas más bajas de Podemos y del conjunto de UP en general, que han perdido gran parte del foco mediático del que han gozado en los últimos años. Pero haciendo un ejercicio de dejar de mirar al dedo y fijarse bien en la luna, aborda un tema muy interesante, del que debería hablarse más: el feminismo no es solo cosa de mujeres, sino también de hombres. El patriarcado como tal afecta tanto a mujeres como a hombres, pero pese a ser éstos últimos los "privilegiados" en este tipo de sociedad, lo cierto es que son unos privilegios que en realidad implican una espiral de dependencia que es, irónicamente, poco masculina.

Porque un hombre machista, en realidad, es un hombre dependiente, que necesita una mujer para vivir, pero no considerándola una persona igual a él, sino un "objeto" de su propiedad. Un hombre feminista, en cambio, es un hombre libre, un ser verdaderamente independiente, completo, que elije compartir su vida con otra persona independiente. Un hombre machista es un ser dependiente, un ser incompleto que necesita de una mujer para completarse, y aquí surge la concepción tradicionalista que contempla a la familia como unidad social, y no al individuo en sí. Es una visión esgrimida por asociaciones y partidos de derecha y ultraderecha, como hazte oír o VOX, que se oponen a lo que ellos llaman la "ideología de género" para defender la familia tradicional como unidad básica de la sociedad.

Es evidente que no es nada nuevo, usar la concepción de "familia" como forma de oponerse a los avances de derechos. De hecho, durante el siglo XIX y gran parte del siglo XX, quienes se oponían al sufragio femenino uno de los principales argumentos que usaban era precisamente que el hecho de que las mujeres votaran dividiría a las familias. Así, en esa concepción social tradicional en que la familia es la unidad básica, el hombre es el cabeza de familia, y, por tanto, el portavoz de ésta, y dar el voto a la mujer significaría que la opinión de la familia no sería solo una, y ésta quedaría fragmentada. No sé si será casual que quienes tienen pánico a que la familia tradicional se rompa también suelen tener miedo a que España se rompa... ¿Será que en el fondo todo es el mismo tipo de miedo a perder lo que se cree que siempre ha estado ahí y siempre debería estar, a algo visto como eterno y sagrado, sin ser ni haber sido nunca ni lo uno ni lo otro?

Pero las sociedades cambian, y aunque es evidente que la familia como unidad sigue existiendo y siendo básica en la sociedad, hoy día existen diversos tipos de familias. Bueno, siempre han existido familias de muchos tipos, pero en los últimos años han surgido nuevos modelos que desafían el modelo tradicional, y éste poco a poco va dejando de ser el referente principal. Los defensores de la familia tradicional patriarcal la ven como un equilibrio perfecto, en que las tareas están divididas según los roles de género, y curiosamente, hace un par de años, García Albiol (del PP de Cataluña) dijo sin tapujos que en su casa su mujer lava la ropa y él arregla la tele. En esa casa deben tener un televisor que se avería prácticamente a diario, si García Albiol cree que está al mismo nivel de trabajo arreglar esporádicamente la tele que hacer la colada. Bueno, o eso, o son una familia que lava la ropa con muy poca frecuencia... Pero es evidente que el reparto de trabajo en los roles de la familia tradicional sobrecarga de responsabilidad a la figura de la mujer y, en cambio, sitúa prácticamente todo el poder de decisión en la figura del hombre. Los famosos "privilegios" patriarcales de los que siempre se habla, y que irritan tanto a quienes no están muy bien formados en feminismo.

Porque la irrupción de VOX y su sobreexposición en los medios ha hecho que la cuestión de la violencia de género y de derechos de la mujer haya vuelto a ser un tema central. Y no es casual. Ya lo advertía Simone de Beauvoir, que bastaría una crisis económica o política para que los derechos de la mujer volviesen a quedar en entredicho. No hace ni un siglo que empezó a abordarse la cuestión de los derechos de la mujer, y éstos siguen sin existir en gran parte del planeta. Convertir un "mundo de hombres" en un "mundo de personas" antes parecía una utopía, y quizás aún lo sea, pero la igualdad de derechos entre sexos es uno de los cambios sociales que más difíciles son de mantener, y para lograrlo, es indispensable que el feminismo deje de ser visto como una cosa de mujeres, y que pase a ser cosa también de hombres.

Pero lo que suele pasar en muchos hombres, me atrevería a decir que en la mayoría, es que existe miedo y rechazo al feminismo precisamente por miedo a perder su masculinidad. Es digno de análisis, este miedo a dejar de ser hombre, que suele llevar a posiciones machistas y homófobas como mecanismo de defensa, y da para infinidad de artículos. Pero una forma de superar esa concepción errónea, que ser feminista sea esencialmente contrario al hecho de ser un hombre (un hombre masculino al menos), es precisamente el crear una masculinidad feminista, que es de lo que hablaba el señor Iglesias en la susodicha entrevista, y pretendía ilustrarlo en la frase que da título a este artículo.

¿Y por qué un hombre feminista "folla mejor"? 

En la visión machista patriarcal, la sexualidad tiene una misión esencialmente reproductiva, y todo lo relacionado con el placer mutuo queda en segundo plano, o directamente excluido (los católicos, por ejemplo, ven como pecaminoso el placer sexual, y recomiendan evitarlo). La visión reproductiva lleva a una sexualidad "falocrática", en la que el hecho de que la mujer disfrute pasa a ser secundario, e incluso a que el hecho de que alcance el clímax sea irrelevante. No en vano, años atrás el hecho de ser eyaculador precoz era visto como un símbolo de virilidad, el "acabar rápido" era aplaudido y era signo de ser muy macho. La sexualidad machista, pues, es limitada y orientada a un disfrute incompleto, sobretodo para la mujer (por no decir ausente). En cambio, un hombre no machista deseará que su pareja también disfrute y llegue al clímax, y eso abre las puertas a una sexualidad más variada y completa, no tan falocéntrica y más abierta a prácticas diversas. De ahí a que un hombre feminista "folle mejor".

Combatir el machismo pasa por un cambio de mentalidad tanto de hombres como de mujeres, y hay muchos aspectos que es necesario abordar. Pero éste es especialmente interesante: hacer de la masculinidad feminista una virtud. Ya en los últimos años se está construyendo una masculinidad así, y cada vez son más hombres los que disfrutan de una masculinidad no machista, una masculinidad, en realidad, mucho mejor. Porque para ser un hombre no hay que ser un troglodita, o un "machirulo" como está de moda llamarles (término, por cierto, que me parece muy divertido). Ser un hombre feminista pasa por la deconstrucción del comportamiento machista, como bien abordaba un magnífico artículo de El País del año pasado sobre el tema

Por eso, hombres del mundo, no seáis trogloditas, sed feministas, y follad mejor.

ECG.

miércoles, 3 de octubre de 2018

#1O i #3O, un any després, tracte o truc?


¿Què va passar l'u d'octubre i el tres d'octubre de 2017? Fas aquesta pregunta a dos catalans, i obtens tres opinions diferents. Per a uns, el poble es va organitzar com mai s'havia vist, independentment de la seva ideologia, independentistes i no independentistes, amb la infinitat de matissos de cada un dels posicionaments, i tot per a poder votar. Per a altres, va ser una farsa que va ser legitimada per la repressió, i en cas de no haver existit aquesta, hagués estat un acte més de consum intern del moviment processista. L'"aturada de país" del 3O, per a alguns va ser una mobilització transversal sense precedents, per a altres un "lockout" burgès amparat per les institucions de la Generalitat. I com aquestes, n'hi ha infinitat d'opinions i punts de vista sobre aquests dos dies del passat any. No va deixar indiferent a cap sensibilitat.

Com més es reflexiona sobre aquells dies de la passada tardor, més inverosímil sembla tot plegat. ¿Com se suposa que hem d'explicar que l'Estat espanyol va enviar milers d'antidisturbis en un vaixell dels Looney Tunes per a atonyinar a gent que volia fer un referèndum simbòlic en urnes de plàstic? Crec que a qui li expliquéssim no sabria si li estem prenent el pèl o si li estem relatant un sketch dels Monty Python. Però deixant de banda els aspectes més inverosímils de tot plegat, la veritat és que la repressió va deixar una profunda petjada a la memòria de la majoria dels qui vam ser allà. No és que no hi haguessin hagut fets similars abans. Al 15-M, a les protestes estudiantils contra Bolònia i a alguns desnonaments hi ha haver repressió igual de salvatge, si no més, que la de l'1O, però la diferència és que en aquest cas van rebre qui normalment no sol patir la repressió dels antidisturbis. Els què ja havíem viscut embestides de la policia no ens venia de nou. Però allà hi havia molta gent que mai havia estat a manifestacions que no fossin "oficials" i molt preparades, gent que mai havia viscut aquesta classe de violència en primera persona. De fet, recordo que durant la jornada, mentres fèiem cúa i esperàvem, vam rebre la notícia que s'havien arribat a fer servir pilotes de goma, i quan vaig comentar que recordo durant el 15-M com es van fer servir raquetes de tenis per a tornar els pilotassos de goma, vàries persones se'm van acostar i em van preguntar: "però... per què es protestava exactament durant el 15-M?". Tot plegat, molt eloqüent.

Dies abans dels fets, s'escoltaven cacerolades des dels balcons quasi cada vespre. Balcons de pisos ben construits a barris de classe mitjana, o mitja-alta. Molta gent que picava aquestes cassoles i que després va estar present a l'1-o mai havia estat en moviments de protesta. De fet, m'atreviria a dir que, abans de l'arribada del processisme, la majoria dels seus integrants mai havien sapigut el què era formar part d'una causa. Hi ha gent que m'ha comentat que sempre havien sentit una mena de curiositat i, fins i tot, certa enveja envers qui militaven a agrupacions i partits, i que ara per fi s'hi sentien part de quelcom. I a la pregunta natural, de per què abans no s'hi havien animat a formar part de cap causa, la resposta solia ser que mai havien entès exactament què volien els partits i agrupacions que protestaven. Aquesta ha estat la màgia del processisme, haver creat un pensament molt simple i directe, fàcil de digerir fins i tot per qui té poques inquietuds. 

I aquí està el més sorprenent de tot plegat: gent que mai havia format part de moviments de ruptura hi estava participant en un. Gent acomodada, amb molt a perdre, lluitant colze amb colze amb classes treballadores i gent militant més familiaritzada amb l'ambient reinvidicatiu. La mateixa gent que solia dir que fer vagues, recollir signatures o organitzar protestes no servia per a res, ara es trobava davant de les forces repressores de l'Estat. I això explica que existís un cert punt d'ingenuitat que portés a no entendre com podia ser que els estiguessin picant. La resposta senzilla, la més ajustada al marc mental del processisme, és que era repressió espanyola dirigida contra nosaltres pel fet de ser catalans, quan al cap i a la fi, tots els Estats tenen cossos de seguretat que actuen mitjançant la repressió de manera molt similar. Però aquest mateix marc mental tan simplificat va portar a molta gent a pensar que el cos dels Mossos d'Esquadra era, en paraules literals seves, "la nostra policia", i ara contemplen amb estupefacció com, un any després, els mateixos Mossos exerceixen una repressió molt similar a la que van exercir la Policia Nacional i la Guàrdia Civil fa un any. Gent admiradora del Major Trapero ara veu com els seus estimats Mossos treuen també les porres a passejar. I clar, dins d'aquesta lògica, a on els idolatrats Mossos no poden ser els dolents de la pel·lícula, la conclusió a la qual hi arriben és que els repressors són infiltrats, que no són Mossos de veritat, sinó gent que prové de la Guàrdia Civil o de l'Exèrcit. És cert que existeixen membres del cos dels Mossos que hi provenen d'aquests altres cossos de seguretat, però en són un percentatge molt baix. No és menys cert que hi va haver una certa cooperació per part del cos dels Mossos i de la figura del Major Trapero dins dels fets de fa un any. Però la veritat és, per molt mal que pugui fer a qui viu en mons de contes de fades i que no surt de la dialèctica "bons contra dolents", que els què reprimeixen són aquests mateixos Mossos, no són "els Mossos del 155", com argumentaven alguns fa uns mesos, ni tampoc és "obra d'infiltrats". Tots els cossos de seguretat d'un Estat actuen de forma similar, a tots els països europeus (i a alguns n'actuen amb molta més virulència). 

Un any després de tot plegat, veiem com tenim una societat que segueix traumada, encara demanant la llibertat dels presos polítics i el retorn dels "exiliats", que segueix empassant-se acríticament la propaganda i el discurs dels què segueixen al poder, tot i la "proclamació d'independència" dels 8 segons, les eleccions, el 155 i tot el què s'ha anat veient. La postveritat és suficient per a molts. Però altres estan emprenyats, i amb molta raó. Com es lògic, hi ha qui ja no combrega amb rodes de molí i comença a veure que, tot i que el poble ja ha demostrat que vol i pot decidir, els polítics no hi van estar i segueixen sense estar-hi a l'alçada. Veiem protestes cada cop més pujades de to, i opinions enfrontades sobre la figura del govern de la Generalitat encarnat pel president Torra. Per als menys exigents, tot segueix endavant i cal cridar a la unitat per a que tot surti bé. Sempre n'hi haurà dels que, tot i que els fets hagin caigut pel seu propi pes, continuen volent viure en aquesta bombolla de "bons contra dolents", i com que els bon sempre són bons, hem de creure en ells perquè ja saben el què fan. Però també n'hi ha que ja tenen prou de falses promeses i mentides, que s'hi van sumant als què mai s'ho han cregut.

Fa un any vam veure com s'aconseguia un consens transversal i interclassista envers una qüestió purament democràtica. Però un any després, sembla que el consens s'ha trencat. I una part important de la societat catalana, que porta anys sentint-se exclosa del "procés" i de tota la política de la Generalitat en general, ha caigut en mans de la demagògia i la postveritat de Ciutadans. Més d'un mil·lió de persones. I no, no són "feixistes" ni "colons", com molts volen pensar (fent molt de mal, per cert). Són catalanes i catalans que se senten orfes, i que no encaixen dins d'aquest marc de "pensament únic" implantat per la Generalitat. I l'única manera que deixin de sentir-s'hi desamparats és que el processisme acabi d'una maleïda vegada.

Hi ha qui diu que el processisme ja ha mort, i que estem en una etapa posterior. Hi ha qui nega l'existència d'aquest, argumentat que tot plegat és simplement l'evolució constant del moviment independentista. Però el processisme, tot i estar mort, hi és present en forma de cadàver reanimat artificialment. Amb la proclamació interrompuda de l'any passat es va arribar al punt final de la lògica propagandística. La veritat ha sortit a la llum al llarg dels darrers mesos, i és un fet que no hi havia res preparat per a la independència, que darrera de la propaganda processista no hi havia res, i segueix sense haver-hi res. Però els partits segueixen "a su rollo", repetint relats antics i nous, pensant només en les eleccions municipals i europees que s'hi acosten.

En conclusió, ha quedat clar que els partits no poden (ni volen) portar cap canvi real. Només el poble organitzat pot portar endavant qualsevol tipus de canvi. Fa un any es va demostrar. Per això cal trencar amb els relats oficialistes i dir les coses tal i com són. Perquè en aquest món de mentida i postveritat, dir la veritat és l'acte més revolucionari concebible.

ECG.

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martes, 25 de septiembre de 2018

La revolució de Paulo Coelho


Vivim en una mena d'edat daurada de l'autoajuda. Veiem les xarxes socials inundades de cites reals o inventades, sovint caiguent en la fal·làcia ad verecundiam o el magister dixit, és a dir, donant per bona una afirmació només perquè algú reconegut l'ha pronunciat, potser fins i tot sense que aquest personatge tingui coneixements específics sobre la matèria de la qual es parla. I la situació empitjora encara més quan visitem Twitter, a on sovint es reprodueixen dites i afirmacions sense importar si són veritables o no, entrant en les "fake news" o la postveritat. 

De fet, aquesta psicologia barata disfressada d'autoajuda tan present al nostre dia a dia (per exemple, en frases dels productes de la marca "Mr Wonderful"), tot i no ser res nou, darrerament és tan exitosa degut al canvi de cicle que acabem de viure. Han passat 10 anys des del començament de la crisi econòmica, i gran part dels polítics repeteixen un cop i un altre que la crisi ja està superada, tot i que també hi ha serioses advertències per part d'especialistes en economia i medi ambient que se'ns acosten crisis encara pitjors que la que hem viscut. En aquest nou cicle hem vist una clara regressió en els nostres drets socials i laborals, i molta gent està acceptant situacions que en altres temps no hagués acceptat per res del món. Acomiadament barat i contractes temporals i/o a temps parcial formen una combinació que porta cap a la incertesa, i inevitablement cap a una situació d'estrés permanent degut a la por a predre la feina. Tenir una feina a temps complet i correctament remunerada és percebut com a un luxe en comptes de com al dret fonamental que és. I aquesta situació ha esdevingut la nova normalitat. Així, com va dir recentment Ramon Nogueras, estem anant al psicòleg quan en realitat el què necessitem és afil·liar-nos a un sindicat

I el pitjor de tot és que la precarietat està sent camuflada com a quelcom nou i modern. És clar que és un fet ben actual, però d'això a esdevenir cool hi ha un gran pas. Però ens trobem que, sense rubor de cap tipus, molts mitjans li diuen freeganisme a consumir menjar recentment caducat o a punt de caducar descartat per grans superfícies i rescatat dels contenidors (quan en realitat aquesta tendència en un principi pretenia denunciar precisament el malbaratament de menjar i altres recursos per mitjà de la creació d'una xarxa per a la seva obtenció i "reciclatge"); li diuen nesting a quedar-se tancat a casa el cap de setmana considerant-ho una actitud de "fugida" del caòtic mon en què vivim, sense plantejar que potser el fet de quedar-se a casa el pot provocar també no tenir prous diners per a realitzar altres activitats a fora d'ella; li diuen job-sharing a que siguin dos o més persones les què exerceixin les tasques de la jornada completa d'una persona per mitjà de jornades parcials, mostrant-ho com a una mena d'acord entre treballadors en comptes de valorar-ho com a una tendència a l'hora de contractar, i un llarg etcètera. I què tenen en comú aquestes noves denominacions tan xules i modernes? Doncs molt senzill: converteixen la precarietat en una qüestió individual, fan que aquestes situacions esdevinguin una mena d'elecció voluntària per convicció ètica i moral.

Perquè aquí està la mare dels ous. Traslladar la responsabilitat de la situació al propi individu ens porta a pensar que aquest ha de ser capaç de superar-ho per ell mateix, i aquí entra l'autoajuda i la psicologia barata. Ens diuen que si a la feina les coses no van bé és perquè no estem prou motivats, i és la nostra actitud poc positiva la que provoca que la situació no sigui la desitjada, menystenint les circumstàncies objectives que poden estar dificultant la tasca. Però, una vegada més, això tampoc és quelcom nou: forma part de la concepció individualista neoliberal, que, per exemple, considera que establir un salari mínim no és prohibir remunerar poc a un treballador, sinó prohibir treballar per sota d'una determinada quantitat, situant el salari com a quelcom acceptat de forma totalment voluntària, com si el treballador i qui el contracta estiguessin en igualtat absoluta de condicions per oferir i acceptar, i, ja de pas, ignorant, menystenint o, fins i tot, negant el fet que la treballadora o treballador pugui no tenir elecció a l'hora d'acceptar un salari encara que no arribi a cobrir les seves necessitats bàsiques, i la corresponent entitat contractadora n'abusi oferint un salari més baix del què correspondria.

Vivim a un món construit al voltant de la ideologia del neoliberalisme, tot i què la majoria o bé no n'és conscient o bé considera que aquesta forma part de la "normalitat". Perquè aquest ha estat el major èxit del neoliberalisme, aconseguir passar per una mena de força natural, com la gravetat, que no pot evitar-se. Així, una ideologia sense nom esdevé simple "sentit comú", que ha de ser acceptat com a tal sota risc de ser titllat d'estar massa ideologitzat, o fins i tot ser pres per boig. A l'estil de la novel·la 1984, a on era suprimida la paraula "guerra" per a que no hi hagués forma possible d'esmentar-la, i així naturalitzar-la i fer-la esdevenir la normalitat. Una situació de guerra, doncs, passaria a ser una situació de "poca pau".

I dins de tota aquesta concepció, arribem a les "fake news" i la postveritat. A un món a on es fa molta més èmfasi en la teva actitud envers els fets, més que no pas en els fets en si mateixos, doncs la veritat perd importància. La veritat, l'objectivitat, passa a un segon plànol. No importen els fets, importa la teva percepció individual dels fets. La veritat és construida a la carta, seleccionant aquella informació que encaixa amb el què volem en comptes de preocupar-nos per assumir la veritat. I aquesta "postveritat" ha passat a formar part de la política. Ho veiem perfectament encarnat en el trumpisme americà, a on els fets objectius i la realitat no importen. Tot és a força de propaganda, de frases motivacionals. Tot és possible si ho desitgem, res ens pot aturar si tots volem el mateix. És indiferent que el sistema productiu hagi canviat i que per això les fàbriques hagin estat deslocalitzades, reduint-se considerablement la demanda de mà d'obra poc qualificada. Aquest fet objectiu no importa. La culpa que no tinguis feina és perquè l'inmigrant que ha arribat te la treu. La propaganda falsifica o altera la realitat amb molt d'èxit, arribant a substituir-la, apel·lant a les emocions i prescindint de la objectivitat. Farem "America great again" si ens ho proposem, ho desitgem i seguim a Trump fins al final, i quan aquest menteix, no té importància. És un complot dels enemics per afeblir-nos i evitar que assolim el nostre objectiu.

Així, vivim en precarietat i en incertesa sobre què ens depararà el futur, però consumim propaganda i autoajuda a granel per tal de maquillar aquesta realitat en comptes de pensar com podem canviar-la. És la revolució dels somriures. La revolució de Paulo Coelho. Somriguem i animem-nos mútuament per tal de canviar-nos a nosaltres mateixos, i així no tinguem la necessitat de canviar la realitat.

ECG.


viernes, 21 de septiembre de 2018

" Yo, señor, no soy malo, aunque no me faltarían motivos para serlo."


Tenía yo 15 años, camino de los 16, cuando murió Camilo José Cela Trulock. Antes de dicha fecha, los recuerdos que tenía de su figura eran de todo menos positivos: maleducado, facha, ordinario, faltón... Parecía más bien una caricatura que no un escritor de gran calibre, pero ya se sabe que a la gente suelen resultarles más atractivos los detalles desagradables y escabrosos que no el talento literario. No en vano había oído relatarse a menudo la anécdota de cuando se quedó dormido en plena sesión del Senado y, al serle llamada la atención por haberse quedado dormido, respondió que eso no era cierto, no estaba dormido sino que estaba durmiendo, que tras preguntársele si no era lo mismo respondió que no, ya que tampoco era lo mismo estar jodido que estar jodiendo. Es una historia que muchos han explicado en reuniones sociales para hacerse los marisavidillos en público, pero desgraciadamente es falsa (no hay registro alguno en las actas del Senado). En medio de toda esa "leyenda negra", en parte, ganada a pulso, tuve la suerte de estar cursando en esos momentos el 4º curso de la ESO y de tener una gran profesora de lengua castellana y literatura, con mucho genio y carácter muy fuerte para su corta estatura (y además respondía al resonante nombre de Vicentina), que aprovechando la muerte del autor nos hizo estudiarlo bastante a fondo, cambiando sustancialmente nuestra imagen de él.

Me chocó bastante la figura que estudié y que descubrí a través de numerosos documentales y entrevistas. Ese hombre conservador y siempre malhumorado, sin respeto por nada, parecía ser en realidad alguien con mucho carácter, que le importaba un bledo lo que pensaran de él y que tenía muchas ganas de decir (y escribir) lo que le daba la real gana. Leímos su obra considerada más importante, "La colmena", y vimos su adaptación cinematográfica, en la que el propio escritor en persona encarnaba al curioso personaje del "inventor de palabras". Pero hubo una anécdota que se me quedó grabada por siempre en la memoria, y aun ahora a mis 32 primaveras la recuerdo nítidamente. El propio Cela en una entrevista relataba que, tras publicar su primera novela, "La familia de Pascual Duarte", decidió sentarse a esperar en una librería para ver quién era el primero en comprar su libro. Entró un señor que cogió la novela y pareció interesarle, pero que tras pensárselo un rato al final volvió a dejarla en su sitio. El individuo siguió hojeando libros, y al final decidió llevarse un ejemplar de "La guerra de las Galias", de Julio César, pero cuando se disponía a pagar el libro volvió a pasar por delante de la novela de Cela, y por lo que parece finalmente cambió de idea y decidió darle una oportunidad a la obra. El joven Cela, eufórico, siguió al hombre cuando salía de la librería con ambos libros en la mano, y le salió al paso preguntándole: "¡Perdone, caballero! ¿Quiere que le se lo firme?" Y entonces el individuo miró hacia abajo, topándose con "La guerra de las Galias", que era el que llevaba encima, y, asustado, salió corriendo.

Dada la fama de inventarse historias sobre sí mismo que se labró Cela a lo largo de su vida, ignoro si dicha anécdota ocurrió de verdad, pero ciertamenteme me parece muy divertida. No sé por qué me hizo tanta gracia ese relato, pero provocó que el nombre de la primera novela de Cela quedara siempre tatuado en mi memoria, y en ocasiones me pregunté con mucha curiosidad por qué entre todas las obras que estudiamos en literatura a lo largo de mi experiencia académica nunca nos hicieron leer esa novela.

Hace unos días paseábamos con mi pareja por el mercadillo de coleccionismo y segunda mano que suele haber en el centro de Girona en días festivos, donde pueden encontrarse juguetes viejos, tebeos, revistas antiguas, libros, películas, videojuegos, bisutería, y casi todo lo que uno pueda imaginar. Solemos frecuentarla siempre que nos es posible sobretodo en busca de DVDs de películas clásicas, difíciles de encontrar en plataformas como Netflix y HBO, pues somos muy amantes del cine clásico, aunque también aprovechamos para llevarnos algunos títulos a los que tenemos especial cariño para engrosar nuestra colección. Quiso la casualidad que me topara de repente con una edición antigua, pero en muy buen estado, de "La familia de Pascual Duarte", al más que módico precio de 1€. Me invadió la curiosidad y decidí llevármelo, pensando que apenas me duraría dos o tres sentadas de lo corto que era. Ignoraba absolutamente de qué trataba, nunca me había topado con sinopsis alguna o resumen, ni había visto ninguna adaptación cinematográfica, y todo eso alimentaba aún más mi curiosidad y mis ganas de echarle una ojeada.

Efectivamente, apenas me duró dos sentadas. Es muy rápido de leer. Y, la verdad, me quedé muy sorprendido. No es para nada lo que me esperaba encontrar. Ya de por sí el estilo narrativo, formado por diversos documentos con diversos narradores, me pareció muy original para su época, y su argumento violento, crudo y oscuro es lo último que esperaba encontrar en una novela publicada a principios de los años 40, los tiempos más duros del franquismo. Tras buscar algo de información en San Google, me he topado con profundos análisis de la obra, que la sitúan como iniciadora del llamado "tremendismo", estilo literario caracterizado precisamente por tramas crudas y personajes muy duros, a menudo pobres, marginados o incluso deformes. A quienes no sepan de qué va ni lo hayan leído recomiendo no seguir leyendo, ya que voy a comentar puntos muy concretos del libro, aunque dudo mucho que pueda considerarse como "spoiler" hablar de un libro que lleva más de 70 años publicado.

Portada del ejemplar que compré,
junto al duro cartel de la
adaptación cinematográfica
Tras consultar si existían adaptaciones cinematográficas de la obra, me topé con que sólo existe una de mediados de los 70, con un cartel extremadamente explícito donde vemos el final de la novela, anunciado igualmente desde el principio de ésta: la ejecución de Pascual Duarte en el garrote vil. También he encontrado alguna adaptación teatral, pero en general poca cosa. Vale que es un libro corto, pero precisamente es una historia de las que te deja con la sensación de que podría haber dado mucho, mucho más de sí. Muchas situaciones están relatadas muy a medias, de forma muy escueta, sin entrar en detalles. Hay un contraste muy marcado entre largas descripciones hechas por el propio narrador de sus sentimientos y de los paisajes, a menudo fusionando ambas cosas, respecto a los apresurados diálogos, conformados por muy pocas palabras y en vocabulario bastante acorde al nivel cultural de los personajes, que es el de la Extremadura rural más pobre. Creo que se le podrían haber dado muchas más oportunidades a las aventuras y desventuras del campesino, un hombre con pocas habilidades sociales que más pronto que tarde recurre a la violencia (y al cuchillo) para solucionar cualquier aprieto que se le pone por delante. Un hombre que encadena desgracias una detrás de otra, y que en los breves episodios de felicidad que vive estás continuamente preguntándote cuánto tardará en pasarle otra desgracia peor que las anteriores.

Las principales dudas que me vienen a la mente tras la lectura son: ¿en serio el franquismo permitió publicar una novela así? ¿De verdad que la censura de la época se mantuvo indiferente ante descripciones muy explícitas de acuchillamientos y pezones arrancados con los dientes? ¿Y en serio que el señor Cela era tan de derechas y conservador como él mismo presumía de ser, pero luego publicaba novelas con tan profunda crítica social y denuncia a la miseria, como ésta o "La colmena"? Definitivamente, el mundo de la literatura es una caja de sorpresas. Me he llevado un muy buen sabor de boca de esta obra tan desgarrada y dura. Me ha recordado a las novelas negras inglesas y americanas de esa misma época a las que he sido siempre muy aficionado (de hecho tengo una importante colección de novela negra en mis estantes, teniendo especial predilección por Patricia Highsmith). Retratos realistas de una sociedad cruel, personajes que no tienen elección y que son vistos como malvados sin habernos parado a intentar comprender sus razones. Pascual Duarte es un hombre a quien la vida trata mal, y cuya existencia acaba de la peor manera. Podría decirse que finalmente recibe su castigo (cosa que no le solía pasar a los personajes de Highsmith), pero su relato en primera persona de los hechos pretende ser una especie de justificación, una penitencia. El lector llega a conectar con él, a entender su odio y su ira, descritos con todo lujo de detalles.

Puede sonar redundante recomendar grandes clásicos, pues precisamente su categoría de clásicos habla por sí misma, pero en este caso lo recomiendo porque rompe muchos esquemas mentales que, al menos yo, tenía construídos desde siempre. Aunque debo reconocer que nunca pude sentir antipatía hacia don Camilo, pese a sus muchos defectos y a su mala leche. Quizá el hecho de haber nacido yo corunhés tenga algún tipo de influencia en ello. Que por cierto, algunas expresiones de su obra me han parecido galegadas, aunque ingoro si en realidad se trata de expresiones muy castellanas de la época que han permanecido en la lengua galega, como por ejemplo "por mor" para decir "a causa de, causado por". No lo sé. Lo que sí sé es que en cuanto tenga ocasión revisitaré alguna otra obra relativamente olvidada del genio de Iria Flavia. Que, por cierto, cosas del destino (en el cual no creo), recientemente atendí en el trabajo a una clienta que respondía precisamente al nombre de Iria Flavia, así tal cual suena, la cual se mostró muy sorprendida de que supiera que su nombre era el mismo que el del pueblo que vio nacer a Cela.

Pero antes, como nos pasa a muchos,  tengo otras muchas cosas pendientes de leer. Y ayer precisamente un buen amigo me obsequió con su propio libro recientemente publicado, del cual también escribiré una valoración. Palabrita del niño Jezú.


ECG.

jueves, 13 de septiembre de 2018

¿Por qué Catalunya sigue sin querer ser España?





Han pasado ni más ni menos que cinco años desde que escribí "¿Por qué Catalunya ya no quiere ser España?". Un escrito lleno de faltas de ortografía, y dedicado especialmente a toda la horda de trolls internáuticos que por aquellos tiempos me amargaban la existencia, que inexplicablemente es mi artículo más leído. Que a tanta gente le guste leer artículos tan malos como los que yo escribo, habiendo autores maravillosos de los que disfrutar, escapa a mi entendimiento, pero no puedo hacer otra cosa que ser agradecido. Así que seguiré el consejo de Rosendo, y doy mis más sinceras gracias al público lector ofreciendo una "segunda parte" del susodicho artículo.

Lo cierto es que el 2013 fue mi época más prolífica, y también en la que estaba más movilizado. Tenía muchos sueños y esperanzas, y ahora me miro esa época con perspectiva y nostalgia, viendo lo poco que ha cambiado todo y lo mucho que he cambiado yo, así como mi forma de ver las cosas. Al menos, ahora escribo menos, pero creo que un poquito mejor (cosa que tampoco es que tenga mucho mérito).

Pues sí, señoras y señores. Catalunya sigue sin querer ser España... pero no ha logrado dejar de serlo. ¿Y por qué no lo ha logrado? Bueno, cierto es que el estado español ha sacado su mala leche a pasear, y, sin importarle convertirse en una segunda Turquía, envió gorilas a apalear ancianitas en un barco de los Looney Tunes; metió en la cárcel a políticos y activistas que, un año después, aún esperan juicio; persiguió por toda Europa con intentos fallidos de órdenes de extradición a políticos autoproclamados como "exiliados", quedando en un ridículo absolutamente espantoso, y otras muchas medidas harto conocidas. Sí, todo eso es muy cierto. La corrupción carcome al estado español, especialmente al PP, las excusas vuelan y las revelaciones de másteres y otros estudios fraudulentos convierten las susodichas excusas en entelequias que superan todo lindar máximo del ridículo y pasan ya directamente al patetismo y al esperpento. El régimen del 78 tiene su prestigio por los suelos, ha mostrado su peor cara, y es perfectamente consciente de ello. No es casualidad, entonces, que se haya producido una catarsis y haya triunfado una moción de censura que ha llevado a un traspase dinástico de poder, que aunque no ha solucionado absolutamente nada (y dudo mucho que nadie con un mínimo sentido crítico esperara que dicho cambio fuera remedio ninguno), al menos ha logrado abrir algunas puertas de diálogo. Pero pese a todo ello, dejando de lado la desmedida y absurda represión del estado español, ¿por qué Catalunya no ha logrado aún la independencia, pese a haber demostrado desearla?

Bueno, han corrido auténticos océanos de tinta sobre el tema. Los opinadores profesionales de todos los bandos se han esmerado en crear relatos para todos los gustos, así que tenemos una gran variedad de productos listos para ser consumidos por todos aquellos que quieran reafirmar sus ya perfectamente asentados prejuicios. Hay quienes creen que todo sigue formando parte de una especie de plan maestro, de una argucia, que todo es una partida de ajedrez y que todavía hay sorpresas por ver, que suelen ser los mismos que no quieren la independencia necesariamente porque quieran cambiar la sociedad, sino principalmente porque creen que los catalanes somos mejores que los españoles y tenemos que ser una nación-estado europea simplemente porque nos lo merecemos, así que es cuestión de tiempo que en Europa y el resto del mundo se den cuenta. Por otra parte, hay quienes creen que todo es fruto de unos cuantos manipuladores que tienen encerradas las mentes de parte de la sociedad catalana en una especie de "Gran Hermano", que muchos catalanes y catalanas han perdido el juicio, así que necesitan fuertes dosis de españolidad y férrea disciplina ibérica para recuperar la cordura y olvidarse de tonterías. Hay teorías conspiratorias y planes malignos para todos los gustos, y siempre creen unos que los otros están manipulados y son idiotas, que no han visto la luz. Pero yo debo de ser de los pocos que afirman que nadie es idiota, que la verdad existe, y que las opiniones son como los culos, todo el mundo tiene, pero que más allá de las opiniones hay unos hechos objetivos que uno puede ver, si hace el esfuerzo. Pero claro, hay que salir del bosque para poder ver los árboles, y cuesta mucho juzgar los hechos cuando uno está formando parte de ellos.

Permitidme que yo os muestre lo que yo tengo y todo el resto del mundo también, mi opinión (mi culo no, por el momento, prefiero no dar más espectáculos desagradables de los necesarios). Más allá de toda la artillería propagandística que nos rodea, los hechos acaecidos en el último año creo que evidencian una cosa: que el pueblo catalán claramente quiere decidir su futuro, quiere poder decidir ser independiente o no serlo, y así quedó demostrado el 1 de octubre, pero la clase política catalana no. El "procés" ha sido un gran farol, tal y como ha sido reconocido por sus propios impulsores, pura propaganda que sólo pretendía ser usada para mantener a los políticos de la Generalitat en el poder sin sufrir el desgaste de los casos de corrupción y de las medidas austericidas. Ha quedado muy claro y se han dado pruebas de sobras de ello, de ahí que la represión desmedida del juez Llarena y demás personajes siniestros carezca de sentido alguno. Todo era simbólico, así que no había ningún delito, y así lo han entendido en Europa, y así lo ha entendido cualquiera con un mínimo de sentido común. Los "trolls" procesistas siguen a su rollo, buscando traidores, acosando a ERC, y lanzando a los cuatro vientos durísimos juicios gratuitos contra los que ellos ven como "equidistantes" (que vienen a ser los que están en contra del régimen del 78 y de su represión, pero a la vez no se tragan el relato procesista ni quieren participar en su liturgia), pero no deben preocupar a nadie. En realidad son inofensivos. El verdadero problema son los trolls del otro bando, la ultraderecha española garrula y latente, que Pablo Iglesias cree que ha sido despertada, cuando en realidad nunca se había ido a dormir.

A menudo comento que me da miedo que podamos acabar como Irlanda, y la respuesta que suelo recibir son gestos de escepticismo y respuestas del estilo "la gente aquí es demasiado burguesa y acomodada como para coger las armas como en Irlanda", pero me entienden mal. No le tengo miedo a los trolls procesistas, su universo se circunscribe a las redes sociales, y en el fondo son como un grupo de autoayuda que se dan likes entre ellos y comparten sus sueños, así como su asco hacia los herejes equidistantes. Me dan miedo los ultraderechistas españolitos. Porque España sigue sin ser una nación, nunca se ha consolidado como tal, y ahora cada vez más está demostrando que necesita recurrir a la fuerza para mantenerse unida, pues no logra seducir.

Los fachillas que campan estos últimos meses a sus anchas intentando hacer desaparecer todo aquello que sea de color amarillo, arrancando lazos o llamando a boikots contra Font Vella, están mostrando una agresividad que va en aumento. No hay mobilización suya ni manifestación que no acabe con conflictos y/o con heridos, mientras que la concurrida diada de Barcelona del martes ha acabado sin incidentes. Están rabiosos porque no saben cómo enamorar, no encuentran recursos para hacerlo, y como no saben atraer prefieren intentar dominar por la fuerza. Sus niveles de incultura son altísimos, porque enamorar a Catalunya en realidad sería muy fácil. De hecho, Catalunya ya querría ser enamorada. Catalunya está más que dispuesta a construir algo diferente al régimen del 78, ya carrinclón e intentando mantener viva una monarquía obsoleta invitando a gritar "¡viva el rey!"

Por poner un ejemplo, hace unos meses pasó cerca de mi casa una manifestación de españolitos, todos envueltos con banderas rojigualdas. Muchos eran familias, pero por ahí enmedio había individuos con pinta de matones, muchos de ellos luciendo tatuajes con simbología fascista, y por ahí ondeaban no pocas banderas con el pollo. Y la manifestación estaba amenizada con música de autores como Manolo Escobar (cuya hija ha manifestado que, de estar vivo, muy probablemente sería favorable al derecho a decidir), con algunos frikis intentando realizar pases de torero, haciendo del garrulismo propio de comedias baratas una especie de virtud. ¿En serio se creen que sacando a relucir toros, olés y canciones casposas van a enamorar a alguien? ¿Por qué no hacen una manifestación invitando a Catalunya a construir una España mejor poniendo de fondo el concierto de Aranjuez, o el pasodoble "suspiros de España", en vez de horteradas de Toni Genil? ¿Por qué no invocan a Ramón y Cajal, a Machado, a Lorca o a Alberti? ¿Por qué no utilizan la España culta para enamorar? Pues sencillamente porque no la conocen. Porque quienes se hacen llamar "patriotas" españoles, que a menudo suelen ser también quienes niegan ser nacionalistas y acusan de ser nacionalistas a los otros, son españoles simplemente "por cojones". 

Si un día entendieran que es de ésa España garrula de la que se quieren independizar muchas catalanas y catalanes, que es ése el problema del "ser de España" que llevó de cabeza a muchos intelectuales de principios de siglo, y que podría construirse otra España diferente, culta, republicana, federal y orgullosa, pues el independentismo perdería toda razón de ser. Pero los hechos parecen indicar que ésta es una posiblidad muy, muy remota. Hasta entonces, muchos preferiremos, muy comprensiblemente, escapar de esa España casposa y chusquera. Sí, casi todos sabemos que el "procés" era mentira, pero muchos prefieren vivir en esa mentira, que era un sueño de democracia, antes que doblegarse ante los bastonazos del oscurantismo fachoso. Y sí, el diálogo está abierto, por mucho que pese a "hooligans" de todos los colores, porque el diálogo siempre debe ser el camino prioritario. Pero para que el diálogo fluya, primero deben cesar los porrazos. Y un primer paso muy sabio podría ser, por ejemplo, liberar a los presos políticos (o políticos presos, podemos aceptar pulpo como animal de compañía). Pero quizás le estoy pidiendo peras al olmo, como de costumbre. Todo se verá... Espero que no tengamos que esperar otros cinco años para ello.

ECG.





martes, 20 de marzo de 2018

Represión, pececitos y cadenas perpetuas

Ayer domingo pasó cerca de mi casa una manifestación bastante peculiar. Su concurrencia eran mayoritariamente familias y personas de mediana edad o superior, casi todos llevando algun objeto o prenda de color azul (como pidieron en la convocatoria de dicha manifestación). Según avanzaban, iban coreando "¡pe-ce-cito!". Era ni más ni menos que una manifestación de apoyo a Gabriel Cruz, y por lo que se comenta, el hecho de que tuviera lugar dicha manifestación en Girona, bastante lejos de Almería, se debía a la presencia de familiares de la víctima viviendo en tierras gironinas, quienes precisamente eran los organizadores de dicha manifestación.

Todo el caso de Gabriel Cruz ha dado mucho de qué hablar. Los hechos han sido escalofriantes, dignos de un capítulo de "Mentes Criminales", destapados por la "operación Nemo". Pero pese a todo, la motivación de dicha manifestación escapa a mi comprensión. ¿Por qué? El caso está cerrado, la persona culpable está identificada y a disposición del juez. ¿Por qué se realiza una manifestación de apoyo al fallecido Gabriel Cruz tan lejos de su hogar? De estar el menor desaparecido, sería totalmente lógica y comprensible una manifestación de apoyo, aquí o en Tombuctú. De desconocerse al asesino, también tendría sentido una manifestación para visibilizar la repulsa respecto a los hechos y para apremiar a que fuera identificada y detenida la persona culpable. Pero teniendo en cuenta que la asesina ha sido detenida y se haya a disposición judicial, ¿qué sentido tiene una manifestación de apoyo a la víctima precisamente en Girona? Me cuesta entenderlo.

Dejando de un lado dicha cuestión, el caso ha sido explotado de forma pornográfica por todos los medios de comunicación sensacionalistas, sobrepasando todos los límites éticos imaginables. Así mismo, las redes han hervido con mensajes de apoyo y tristeza, pero también con insultos machistas y xenófobos hacia la asesina del pequeño, que ha resultado ser mujer y dominicana. Aquí radica, a mi juicio, el problema principal del asunto: explotar la polémica y el escándalo para sacar a pasear actitudes fascistoides impunemente. Ahora el gobierno, con el apoyo de sus satélites, quiere endurecer aun más el código penal, aprovechando el momento de indignación ciudadana.

El estado español es el país europeo con la tasa de criminalidad más baja, pero con el mayor número de presos y el código penal más duro. Vivimos en los últimos años un aumento exponencial de la represión, materializado en la represión contra Cataluña y en las detenciones a raperos y otros músicos. Muchas libertades se están violando sistemáticamente, el gobierno español está quitándose la careta y mostrando su lado más fascistoide, y una parte de la ciudadanía lo aplaude sin ser consciende de que está cavando la tumba de sus propias libertades. Casos como el de Gabriel Cruz a cualquier persona con un mínimo de sensibilidad le horrorizan, e incluso es natural que hierva la sangre, pero esta indignación puede embriagar los sentidos, y en plena borrachera de ira uno puede no ver lo que realmente está ocurriendo. Que haya habido un asesinato escalofriante no es motivo para dar carta blanca para endurecer el código penal. El sistema penitenciario no sirve para "vengarse" de quienes infrinjan la ley, sino para reinsertar, pero una parte muy importante de la ciudadanía española todavía vive en la ley del Talión, preferiría realizar linchamientos como los del salvaje Oeste precisamente porque no tiene una educación basada en los derechos civiles ni en los valores democráticos. Casos como éste evidencian una cultura democrática ausente, y por ello medidas represoras son bienvenidas por gente acostumbrada a ser súbditos airados en vez de ciudadanía libre.

Así mismo, que Ana Julia Quezada sea una psicópata asesina, fría y amoral como el mismísimo Tom Ripley, no da derecho a absolutamente nadie a proferir insultos machistas, racistas ni xenófobos. La cultura del insulto también se haya muy extendida, y parece que algunos aprovechan siempre la menor oportunidad para poder escupir libremente su racismo y machismo en forma de bilis. Y por si ésto fuera poco, además se aprovecha para atacar sin piedad a todo aquel que se atreva a recordar a la gran turba de insultadores que hasta la peor asesina del mundo también tiene derecho a ser juzgada como cualquier otra ciudadana. Hasta algún troll ha aprovechado que el Pisuerga pasa por Valladolid para hacerse pasar por vocal de Podemos y defender a la encausada, con obvias intenciones de perjudicar a la formación.

A mí personalmente me preocupa cada vez más esta oleada de apoyo acrítico a la deriva fascistoide del gobierno español. Ya se le ha llamado la atención a España por casos como el de la quema de fotos del rey, y cada vez más se compara muy acertadamente al estado español con Turquía. Pero si hay un gobierno así es porque hay una parte de la ciudadanía que le da su apoyo, y eso es muy peligroso. Ahora más que nunca es cuando son necesarios valores cívicos y democráticos, no callarse ni dejarse amedrentar por los insultos y linchamientos internáuticos, ni tampoco dejarse embriagar de bajas pasiones. El asesinato ha sido una tragedia inhumana, pero la deriva autoritaria del gobierno español es un peligro mucho más alarmante del que es necesario estar muy pero que muy atentos.

ECG.