jueves, 9 de octubre de 2014

La Historia como arma arrojadiza



Hace un par de semanas, en una de sus clases, la doctora Maria Rosa Congost compartió con nosotros un artículo escrito en el diario ARA del doctor Josep Fontana (del cual, por cierto, tengo pendiente de leer su último libro, "El futuro es un país extraño"). En este blog hay una transcripción del artículo - que, por cierto, es en catalán - para quienes no puedan acceder a la web del periódico.

Aunque invito a todo el mundo a leer el artículo, para el público más holgazán haré un resumen de lo que viene a explicarnos el discípulo de Vicens Vives: que en ocasiones uno se encuentra con personajes que descalifican de forma muy gratuita en los debates y discusiones y que rechazan acríticamente toda fuente de información alternativa que se les ofrezca, habiendo sido él mismo víctima de dichas descalificaciones. Creo que muchas y muchos nos hemos encontrado alguna vez con alguien que desprecia nuestra opinión basándose en un argumento historiográfico falaz, y que cuando invitamos a la persona en cuestión a leer otras fuentes más objetivas para tener una segunda opinión sobre el tema (citándoselas y todo), la persona se niega en redondo a aceptar ningún argumento, por contrastado y veraz que sea, y acepta tan sólo los argumentos que quiere oír, y desgraciadamente siempre hay literatos que ofrecen a este público escritos panfletarios que tienen de científicos lo que yo de modelo de lencería.

Para los no-catalanófonos, paso a citar parte del primer párrafo de dicho artículo traducido:
"Los historiadores nos topamos a veces con el problema que representa topar con personas que no tienen los conocimientos necesarios para valorar los resultados de nuestro trabajo, pero que se aferran a sus prejuicios y convicciones para negarles la validez. Disponen de un repertorio interior y personal de ideas que se ha ido nutriendo de fragmentos aislados de conocimiento: de lo que les explicaron hace muchos años en el colegio, de una vieja lectura, de lo que oyeron en una tertulia de televisión, de lo que dicen cada día los periódicos... Unos datos que han escogido para asociarlos a su forma de entender la sociedad y el mundo, y que permiten explicar la resistencia que oponen a aceptar revisiones que no encajen en este marco de ideas y valores asumidos íntimamente".

Ciertamente, tras leer el artículo recordé las discusiones que tuve el año pasado con una serie de personajes del twitter fanáticos del fantoche de Pio Moa, los cuales se negaban rotundamente a aceptar la acientificidad de su trabajo, alegando que Moa escribía con honestidad, cosa que no hacían los historiadores marxistas-leninistas científicos. Dichas experiencias surrealistas me llevaron a escribir mi artículo más exitoso con diferencia hasta la fecha, "Los trolls de internet: la dictadura de la ignorancia". Y lo más divertido de todo es que las malditas discusiones con la historia como arma de fuego usada intencionadamente para fusilar al contrario siempre son por el mismo tema: Cataluña y España.


Yo hasta ahora pensaba que estos debates agotadores y testosterónicos que no llegan a ninguna parte eran sólo cosa de cibernautas iluminados (como un servidor), pero me sorprende ver cómo a reconocidísimos maestros en Historia les pasa lo mismo. Pero, ¿cómo pueden determinados personajes tener los huevos de atacar gratuitamente incluso al mismísimo doctor Josep Fontana? ¿Cómo esta panda de payasos pueden, sin despeinarse, vomitar sandeces y ponerlas a la misma altura que trabajos académicos y científicos? ¿Cómo pueden considerar que tienen la misma validez una chorrada dicha por personajes como César Vidal o Paco Marhuenda que no el trabajo de doctores honoris causa por varias universidades como el doctor Fontana?



Imagínense ustedes ahora, por un momento, ver en internet una discusión entre el doctor Pedro Alonso (uno de los mejores médicos del mundo, famoso por su trabajo contra la malaria) y Manuel Torreiglesias (el que fuera presentador de Saber Vivir, despedido de forma fulminante de su programa y luego fichado por Intereconomía, de donde también fue despedido el año pasado). Imagínense ustedes por un momento a gente utilizando citas y apuntes de los libros de Manuel Torreiglesias para desacreditar los trabajos del doctor Pedro Alonso. ¿Qué pensarían ustedes de dichos esperpentos? Dudo mucho que nadie siquiera prestara atención a quienes usaran el trabajo de frikis mediáticos para desacreditar a académicos respetados. Pero mi pregunta es, ¿por qué en un ámbito como la medicina, que he puesto de ejemplo, sería impensable que esto pasara, y en cambio en la historia pasa a diario? ¿Por qué en todos los medios de comunicación vemos a cualquier payaso opinando sobre historia y quedándose tan ancho, y encima despertando admiración de su público, y por si no fuera poco si encima desprecia al trabajo académico de ideología contraria a la suya será vitoreado como un héroe?



La respuesta, desgraciadamente, es que la historia no es vista aún como una ciencia. En el mundo académico el trabajo historiográfico es muy científico, y se ha alejado de dogmas y demás lacras del pasado, pero entre el público en general no es percibido así. La historia no es vista como una ciencia, sino como una afición, y muchos se creen ya expertos en historia y con derecho a opinar por haber visto el canal historia y por haber leído libros sobre templarios. De hecho, en alguna ocasión yo me he topado con gente interviniendo en debates de las redes sociales que soltaban sin despeinarse lindezas como que la exterminación de los indios en América fue un genocidio intencionado por parte de la opresión española (pese a que la mayoría de trabajos académicos coinciden en que las principales culpables fueron las epidemias traídas por los europeos al territorio, así como una pérdida de las ganas de vivir por parte de los indígenas al sentir sus dioses les habían abandonado), o que Adolf Hitler tenía contacto con sectas satánicas.

En resumen, es necesario que muchas y muchos hagan una revisión de sus prejuicios y dejen de pensarse que tienen la verdad histórica por mano. Porque igual que la opinión de un físico sobre el bosón de Higgs siempre será más válida que la mía, la opinión de un historiador sobre cualquier tema de historia será más válida que la de cualquier otro. Pero lo curioso es que muchos tratan de "clasistas" o "prepotentes" a quienes refuerzan sus argumentaciones diciendo que son historiadores y que entienden del tema, y no es que sean prepotentes: son historiadores.

Si queréis aprender historia, leed a historiadores, no a literatos.



ECG.

2 comentarios:

  1. Este Fontana es el señor que montó ese congreso llamado "España contra Catalunya", ¿no? A algunos se les podría pasar por la cabeza que es un título tendencioso. Supongo que usted pensará que no lo es.

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  2. Supone usted mal. Y que se responda usted mismo a una pregunta que no me ha formulado tb dice mucho de usted

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