domingo, 23 de marzo de 2014

Marchas por la dignidad y el poder popular.


Imágenes de Madrid ayer al atardecer.
La afluencia superó por mucho las
espectativas de las entidades organizadoras.
Un éxito. No existe otra forma de definir lo que pasó ayer. Se superaron las expectativas de afluencia, y se logró la mayor manifestación de la historia de la "democracia" (si al régimen en el que vivimos se le puede llamar así).

De todos los rincones de Iberia llegó gente de diversas ideologías, de diversas sensibilidades, con acentos e idiomas diferentes, pero una sola voz. Reclamando lo que es nuestro: nuestros derechos, los cuales se creen los de la clase política que son ellos quienes nos los dan o nos los quitan, cuando lo único que hacen es aceptarlos o negarlos. Porque nadie nos los tiene que dar, ya son nuestros. La clase política corrupta tiene el deber y la obligación moral de aceptar nuestros derechos, y actuar en consecuencia.


Ni la intervención de los antidisturbios al final de los actos, cuando todavía las voces de los niños cantando se oían sobre el escenario de los actos de la celebración, han podido empañar la velada. Como todo el mundo se esperaba, intervinieron sin previa provocación y justo cuando empezaban los informativos. El cuento de siempre: a tratar
los manifestantes de antisistema y de radicales que pretenden ocasionar daños materiales. Pero, pese a que decía Goebbels, por mucho que se repita una mentira no acaba nunca por convertirse en verdad. La verdad siempre acaba saliendo, y las fuerzas del estado no la tienen de su lado. Y lo saben.

Se dice a menudo que los pueblos ibéricos estamos aborregados, que discutimos mucho en los bares pero no hacemos nada en la calle, que sabemos mucho de fútbol pero no tenemos cultura política, que nos dejamos llevar por el bipartidismo, que los nacionalismos, sean del bando que sea, nos ciegan y nos hacen obviar otras cuestiones mucho más esenciales. Y tal vez esto mayoritariamente halla sido así, pero las cosas están cambiando. 

Miles de banderas desfilaban juntas ayer. Desde estel·ladas a tricolores, de Ikurriñas a banderas andalucistas, de rojinegras a banderas rojas, de estandartes de sindicatos y partidos mayoritarios a banderas de partidos y sindicatos alternativos. Muchos símbolos, muchas ideas diferentes, algunas de ellas totalmente incompatibles entre sí, pero no importaba. El espíritu del Frente Popular vuelve a volar sobre nuestras cabezas, y el acuerdo de mínimos para derrocar a la oligarquía que nos gobierna disfrazada de democracia empieza a verse como factible. En Cataluña, el movimiento independentista cada vez está más lejos de Artur Mas y de CiU, y quiere tender la mano a sus hermanos del resto de pueblos ibéricos. En andalucía el SAT sigue marcando la diferencia y mostrando que los cambios son posibles. En Euskadi ya no les pueden acusar de que ETA está detrás de todo (pese a que siguen haciéndolo), y ahora saben que pueden llegar los cambios de verdad. Y un largo etcétera.

Para el PP, era todo una colección de nazis. Pretenden equiparar esta gran masa de movimientos heterogéneos con Amanecer Dorado y otras agrupaciones de ultraderecha en Europa. Patético. Cada vez que intervienen provocan sonoras carcajadas, y a la vez verdadera preocupación ante la disyuntiva de si nos toman el pelo, o verdaderamente se creen las sandeces que dicen. Ciertamente, no se cual de las dos opciones da más miedo.

Pero ahora deben callarse y reflexionar. El Pueblo cada vez está más unido, y dice las cosas claramente. Muchos dicen que el 15-M fueron cuatro perroflautas y que aquello ya se acabó, pero su espíritu sigue muy vivo en diversas formas, y estas formas siguen materializándose.

Porque no nos dejaremos engañar, y esto no acaba de comenzar. Ya está ocurriendo. Y está muy maduro.

Al frente, la bandera legítima
de la democracia y el pueblo.
Al fondo, la bandera impuesta.
Y ahora, Gobierno oligarca pseudodemocrático, ¿escucharás la voz de tu pueblo? ¿O volverás a ignorarlo una vez más, confiando en la minoría cada vez más escuálida que te dio los votos, pensando que es cuestión de tiempo que las cosas mejoren y que el pueblo se calme? Porque por mucho que repitas que estamos saliendo de la crisis y que las cosas mejorarán, ya hace tiempo que no nos lo tragamos. Y cuanto más lo repitáis, será menos verdad, o al menos nos lo creeremos menos (recordad el cuento de Pedro y el lobo).

¡Poder popular!



ECG.

No hay comentarios:

Publicar un comentario