domingo, 7 de agosto de 2016

Ahora toca República


Ya pasó el 15-M, en el que debatimos en las plazas, y nos dijeron que las abandonásemos y luchásemos en las urnas. Ya pasaron las europeas, en las que el proyecto de un grupo de jóvenes politólogos de la complutense rompió todos los esquemas e hizo temblar los cimientos del sistema político de la transición. Ya pasó el largo año 2014, en el que tuvimos la ardua tarea de construir una nueva manera de hacer política, luchando por lograr acuerdos y confluencias en clave ganadora (con éxito desigual). Ya pasó el 2015, con sus tres elecciones seguidas, en las que primero asaltamos los ayuntamientos (de nuevo, con éxito desigual), luego Cataluña hizo oídos sordos a las brutas amenazas de la España profunda, y finalmente el bipartidismo se hundió en sus propios lodos, descendiendo sensiblemente la media de edad de los diputados del Parlamento. Ya pasó la repetición de las elecciones el 26J, en las que nos llevamos el primer gran chasco, y nos dimos cuenta de que no todo era tan fácil como parecía, y que la titánica tarea de unir lo que nunca ha estado unido (la izquierda) no podía hacerse en solo dos años, y mucho menos en unos meses.

Del esprint inicial ahora hay que pasar a velocidad de crucero. El régimen de la transición sigue vivo. La segunda restauración española agoniza, pero aún vive. En Cataluña lo que parecía un desafío directo ha resultado ser un "procés" sin fin, en el que todavía queda mucho debate y consenso por lograr, pero ya nada podrá impedir que el pueblo catalán decida su futuro (siempre y cuando antes eche a los convergentes, ahora PDC, del gobierno de la Generalitat). En la España profunda la gente sigue votando al PP, porque aun no confía en el cambio y sigue creyendo que tiene algo que perder, que puede permitirse el lujo de ser conservadora y escoger malo conocido. Aunque la sospecha del fraude electoral vuelve a sobrevolar la piel de toro y está en las cabezas de muchos (y no solo de los más conspiranoicos, y es normal teniendo en cuenta los precedentes históricos que tiene España de sonadas tupinadas), la realidad es que con fraude o sin él todavía queda mucho terreno que ganar.

Podemos empezó no queriendo ser un partido, sino más bien un movimiento social. Creció a velocidad exponencial sin saber exactamente lo que era (pero teniendo muy claro lo que no era), con un acoso terrible de todos los medios de comunicación al servicio de los partidos que veían peligrar el chiringuito en el que tan bien vivían. Acabó consolidándose una estructura de partido con hiperliderazgos sobrexplotados que han acabado quemándose demasiado pronto y con mil piezas de puzzle difíciles de encajar en un partido que pretendía ocupar el centro del tablero político, pese a ser claramente percibido tanto por los propios como los de fuera como de izquierda. Ahora, tras la confluencia con IU-UP, ya es claramente de izquierdas. Falta por ver si el matrimonio seguirá adelante, cosa que sería lo deseable, pero la cuestión es que ahora es el momento de abordar debates que fueron postergados una y otra vez debido a la velocidad de los tempos de estos últimos años convulsos.

Señores de Podemos, el partido y su masa social ya están consolidados, son inequívocamente de izquierdas y está muy claro que basan su proyecto en la regeneración democrática y en un gobierno alternativo al discurso austericida que ahora mismo es hegemónico, apostando por un Estado claramente social. Se han cometido muchos errores, sobretodo de discurso por exceso de tacticismo, pero es natural haber abusado de éste debido a lo precipitado de los tempos. Es el momento de enterrar el tacticismo, es la hora de abordar debates más serios y de ser muy claros con el proyecto. Porque el millón y medio de votantes que se ha perdido por el camino, independientemente de si ha sido a causa de la desafección o de una gran tupinada, no se recuperarán con más tacticismo y política de manual de instrucciones. Se recuperarán, y se multiplicarán, con un proyecto sólido que incluya principios muy claros. Y dicho proyecto debe incluir la República.

Sí, señores, ahora toca República. Porque no es normal que en Cataluña hasta la derecha liberal austericida se declare como republicana sin complejos. No es normal que los únicos que se declaren abiertamente republicanos y lo digan con la boca muy grande sean los independentistas. Toda la izquierda verdaderamente transformadora de este país debe diferenciarse de los protectores del régimen postfranquista de forma muy clara, debe demostrar que no es un mero "quítate tú para que me ponga yo". No hay que temerle a la República.

Y de hecho, no tendrán que hacer mucho para convencer a sus simpatizantes. Solo miren sus manifestaciones y sus actos políticos: están poblados de tricolores. El republicanismo late en los corazones de la izquierda desde hace generaciones, y la sesuda tricolor es una alternativa atractiva para los jóvenes titulados universitarios que forman el "precariado" y que no se sienten especialmente representados por la garrula rojigualda ni por el toro de Osborne (entre otras cosas porque suelen ser antitaurinos). La República es la forma más justa de gobierno, y el viejo cuento esgrimido por los monárquicos de que la monarquía garantiza la neutralidad de la jefatura del Estado ha demostrado ser una falacia, viéndose posicionamientos políticos muy claros por parte del rey, tanto el de ahora como el de antes.

La República no es la vieja batallita del abuelo que combatió en el Ebro. La República es el futuro, la República es democracia, la República es la garantía de que el cambio no solo sea, sino que lo parezca. Porque precisamente uno de los problemas a los que nos enfrentamos en la sociedad actual es el de la inmediatez y la ultrasimplificación de los mensajes, que hace que con los medios adecuados al servicio de unos pocos pueda hacerse creer a todo el mundo que no está teniendo lugar cambio alguno cuando sí que está teniendo lugar. No sirve de nada hacer las cosas de manera diferente si nadie sabe que eso está ocurriendo. La revolución no debe ser solo de las formas, sino también de las apariencias, y ya se ha dado en la estética de los nuevos diputados, más similar a la de las personas normales que uno se cruza cada día en la calle. Enterremos la rojigualda. Enterremos la monarquía borbónica. Dejemos de tener miedo de no gustarle a todo el mundo, porque eso nunca va a pasar, y tiene el efecto contrario: querer contentar a todo el mundo hace que al final se acabe no contentando a nadie.

La República debe volver. Que los cinco millones de personas que votaron por el cambio pidan claramente la República. Porque ahora hay tiempo de convencer a los reticentes de que la República no muerde, que no se va a tirar a los curas desde lo alto del campanario ni va a instalarse una guillotina en la Puerta del Sol. Ahora hay tiempo de dejar claro que la monarquía es anacrónica, que es una lacra del pasado que hay que dejar atrás entre otras muchas cosas, y que la ilusión del cambio puede recuperarse por medio de la ilusión por la República.

Señoras y señores de Unidos Podemos, ahora toca República.

ECG.

2 comentarios:

  1. Estimado correligionario:

    No soy comunista, pero bebo de la experiencia del movimiento obrero al que corresponde esa ideología.

    Decía Mao Tse Tung: “para hacer una revolución, tiene que existir un partido revolucionario”.

    Para proclamar la III República Española, tiene que existir, al menos, un partido Republicano. Un partido republicano que tenga un proyecto de Estado republicano. Un proyecto de Estado republicano basado en una constitución republicana, pero no cualquiera, ni siquiera la de 1931, sino una Constitución acorde con la sociedad actual y que de solución a sus problemas.

    Vivo en Madrid, y aquí, de momento, el republicanismo está cubierto de una gruesa capa de ceniza. Existen unos grupos, no se les pueden llamar partidos, que se reúnen un par de veces al año o tres, para organizar las manifestaciones del 14 de abril y de la Constitución monárquica (como protesta) y luego se acabo. Se auto denominan los grupos republicanos. Entre ellos uno llamado URC, que fue creado por el PCE e IU.

    No entienden, o no quieren entender, que la III República española puede venir de al menos dos formas: una desde las urnas, la otra, por que se pudriera esta monarquía y los que tienen el poder económico tuvieran que recurrir a la República, lo que sería la tercera parte del franquismo. No te extrañe que viéramos de presidente de la República al señor Aznar.

    No, no es Podemos quien traerá la III República, sino un partido republicano que se presente a elecciones como republicano, y que sea capaz de llevar la voz de los republicanos a todas las instituciones del Estados.

    Nunca, ni Podemos ni UCR (PCE.IU) se presentarán a elecciones como republicanos. Son ellos los primeros que temen a la República, pues no olvides, que para proclamarla hay que destruir el Estado monárquico y eso, amigo mío puede desencadenar mucha represión.

    Un fuerte abrazo republicano

    Joaquín Ortiz

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estimado amigo,

      Eso que relatas sería lo ideal, y lo teóricamente correcto. Pero sabes tan bien como yo, compañero, que en la actual sociedad postfranquista del Estado Español, donde siguen prefiriéndose los corruptos antes que lo desconocido y donde la sociedad se mueve por grandes mayorías, tendiendo a apostar por caballos ganadores, es inviable que un partido netamente republicano se presente a las elecciones y logre ser suficientemente influyente. Y sé de lo que hablo, he militado muchos años en el PRE (partido catalán federado con Izquierda Republicana, hoy día ambos forman parte de la coalición ALTER). A mi más que a nadie me gustaría que ALTER, o cualquier otro partido republicano o alianza de fuerzas republicanas, se presentara a las elecciones y sacudiera el tablero político, pero eso es muy complicado que ocurra a corto o medio plazo. Y a largo plazo, lo más probable es que ocurra lo que tú mismo has relatado, una degeneración progresiva de la monarquía que la lleve a morir de manera natural, de manera similar a como vegetó el dictador mal llamado caudillo o generalísimo. Pero como bien has dicho, eso no significaría cambio alguno.

      Podemos ha logrado lo que muchos llevamos toda una vida intentando lograr, sin éxito. Gustará más o menos, caerá mejor o peor, pero es la mejor herramienta que tenemos, por no decir la única. Tirarla a la basura significaría perder al menos otros 5-10 años, y condenar a mucha más gente de la que ya ha sido condenada a la emigración o a engrosar el precariado.

      Es por eso que es necesario hacer piña dentro de Podemos por la República. Es el único camino realista.

      Un abrazo tricolor, Joaquín, y gracias por tu aportación.

      Eliminar